lunes, 28 de septiembre de 2009

LA CONDUCCION MILITAR K ¿ O EL DISCERNIMIENTO EN GRILLETES ?

Desde años atras, los militares retirados conmemoran ininterrumpidamente, en fecha cinco de octubre de cada año, el día del recuerdo de las víctimas de la guerrilla en homenaje a los caídos en la guerra contra el terrorismo.
Se evoca así aquella siesta del domingo 5 de octubre de 1975, cuando se produjo el más sangriento ataque terrorista contra un cuartel militar en plena democracia.
En aquella feroz agresión desatada entonces ~34 años atrás~ sobre el Regimiento de Infantería 29 de Monte, en la provincia de Formosa fueron asesinados 13 efectivos militares:

El Subteniente Ricardo Masaferro, el Sargento Primero Víctor Sanabria, y los Soldados Edmundo Sosa, Ismael Sánchez, Dante Salvatierra, José Coronel, Antonio Arrieta, Tomás Sánchez, Marcelino Torales, Alberto Villalba, Hermindo Luna y Heriberto Dávalos y una cantidad indeterminada de acribillados que sobrevivieron, pero con terribles incapacidades y secuelas de todo tipo.

Cuando llega esa fecha simbólica, el Ejército Argentino rinde tributo a sus numerosos caídos en aquellos años enlutados de la Patria, en todas las guarniciones del país.

Sin embargo, en los últimos tiempos, desde el mismo gobierno nacional parece ser costumbre prohibir la solemnidad de ese recuerdo por suponer una especie de crítica al régimen, que pondera a los militares de esos difíciles tiempos como “terroristas de estado”, mientras que a los guerrilleros de los ´70 “jóvenes idealistas”.

Tanto es así que los extremistas de entonces están encaramados en altos cargos públicos en la presidencia de los Kirchner.

Lo que llama la atención es que el propio Ejército Argentino, víctima del cobarde faenamiento de sus conscriptos ~que en su mayor parte engrosaron la lista de víctimas fatales, así como decenas de mutilados o heridos~ inflexiblemente se adhiere a la censura de esta ceremonia.

¿Qué es lo que sucede? ¿Cómo explicarlo en términos inteligibles?

Lo intentaré, para lo cual suplico la paciencia del lector, porque no es sencillo.

Terror al pie del Aconcagua

Hace unos días ~por ejemplo~ se dispuso suspender el acto, programado para el 5 de octubre del 2009 en el Centro de Oficiales Retirados de Mendoza (CORFAM).

La razón fue que el Comandante de la Brigada, General Julio Cayetano Pellagatti, ordenó que no se rinda homenaje a los militares caídos en combate ya que lo considera un “acto político” y es su “responsabilidad proteger la tranquilidad del Jefe del Estado Mayor General del Ejército”, Teniente General Luis Pozzi.
De modo tal, el General Pellagatti se aseguró que el tributo al Camarada no se lleve a cabo, que no se pronuncien discursos alusivos, ni que tampoco se coloquen placas alegóricas junto al memorial emplazado por el CORFAM el 25 de Mayo de 2008.

Su leyenda no refleja ni guerra contra la subversión ni antiterrorismo, ni guerra civil.

Simplemente se lee:

“El Centro de Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas «Mendoza» a los guardianes de nuestra soberanía y nacionalidad, defensores del paño celeste y blanco, emblema de nuestra Patria”.

Aún así, el Comandante de la Brigada de Montaña VIII amenazó a los retirados con “tomar medidas” contra quienes participen de la reunión proyectada en el Centro para colocar una ofrenda floral a los muertos en acción.

La masa del Personal Superior de la Guarnición Mendoza, que tiene, desde hace más de 42 años, un lugar donde realiza actividades de camaradería, sociales, patrióticas y culturales, está amenazada por el citado General de Brigada Julio Cayetano Pellagatti, de quedarse sin su pequeño Círculo.
Argentina deviene ~entonces~ en el único país del mundo donde no se le rendirá más homenaje ni al Soldado Desconocido, y tampoco al héroe reconocido.

Todos, en definitiva, caídos en combate en defensa de la Patria, donde ~por el momento~ paradójicamente se glorifica a sus agresores.

Generales de la democracia

No es aquél un acto individual ni antojadizo, sino que parece ser el símbolo de un cambio drástico en la mentalidad militar.

Como se recordará, el 25 de agosto pasado, el General de Brigada Hugo Domingo Bruera, Secretario General del Ejército, hizo exponer a la Agrupación Abuelas de Plaza de Mayo, representada por la Señora Buscarita Roa, ante un auditorio de 50 Oficiales en el Edificio Libertador, creando un precedente insólito, ya que ellas propician el juzgamiento y castigo de sus predecesores en la milicia.

El general expresó que ya había invitado varias veces a la Señora Estela Barnes de Carlotto, que se excusó de concurrir.

Por esta razón, se lo considera a Bruera un precursor en materia de la defensa de los “derechos humanos de los jóvenes idealistas” y un crítico acérrimo de los retirados sometidos a juicio por supuestas violaciones a los derechos humanos.

El Genera Bruera, Secretario General del Ejército organizó un seminario de capacitación que se desarrolla en el edificio Libertador, sede del Ejército y del Ministerio de Defensa y se extendió hasta el viernes 28.

Ya han participado de estos seminarios ~que se realizan todos los años~ con expositores como el filósofo José Pablo Feinmann, el director del Sistema Nacional de Medios Públicos Tristán Bauer y la directora de Radio Nacional María Seoane, entre otros.

Es hermano de la militante del CELS y famosa militante por los Derechos Humanos, la Dra Matilde Bruera, y amigo personal del General Guillermo Ezcurra, miembro del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), con quien frecuenta reuniones político partidarias.
El General de Brigada Hugo Domingo Bruera (de civil junto al General (R) Guillermo Ezcurra) caracteriza una nueva ética, otra escala de valores que lo diferencia de sus mayores en la carrera militar, y la novedosa doctrina que parece imperar en las filas militares.

Recuérdese que el octogenario Guillermo Ezcurra alguna vez estuvo a punto de ser designado Jefe del Ejército, promediando los turbulentos años 70, pero debió emigrar del país cuando sobrevino el proceso de 1976, lo que no habla mal del Oficial Superior, sino todo lo contrario:

resulta ser de ideas más coherentes que muchos de sus pares en la actualidad.

Ezcurra no estaba de acuerdo con la guerra y se apartó del campo de batalla, como corresponde a una persona de principios, aún cuando éstos puedan llegar a ser dogmáticamente cuestionables.

Sin embargo el General Bruera fue mucho más allá:

Integrante de la Promoción 105 del Colegio Militar de la Nación, que teóricamente participó en la guerra contra la subversión, cuestionó severamente a sus superiores de antaño y hasta condenó la táctica de combate de su Institución en aquella guerra, justificando el odio hacia las Fuerzas Armadas, admitiendo la supuesta mala conducta de los Oficiales y Suboficiales del Ejército que mancillaron el uniforme,

según relató al periodista Nelson Castro, a quien le manifestó que
“Las glorias de San Martín o Belgrano no tapan los deméritos de quienes delinquieron.

Un pasado que no los representa ya que el Ejército se abrogó facultades constitucionales que no les correspondía”.

“Los Oficiales no estuvimos bien representados en aquella época… Vivimos épocas malas”.
Antígona, Sófocles y el General Altieri
La denegación de honores militares al camarada caído tuvo su cúspide más macabra tan sólo hace unos días atrás, cuando el 2 de setiembre pasado falleció el personaje más reconocido del Ejército Argentino ~el Coronel Mohamed Ali Seineldín~ un paradigmático líder, tal vez el Oficial con más ascendiente de los últimos tiempos, a quien el Ministerio de Defensa le negó la escolta y el honor de un cortejo fúnebre militar correspondientes a un veterano de guerra y héroe de Malvinas.
Este tipo de revanchismo, como sucediera con el fallecido General Rodolfo Wehner, a quien nos referiremos a continuación, sólo tiene precedentes en los anales de la historia antigua, cuando ~en épocas de salvajismo revanchista~ no se respetaba ni la dignidad de los sepulcros.

Pero la Civilización comienza con la conciencia de su propia muerte; a partir de allí no será más un hecho individual, sino un hecho social (Sudnow D:

“La organización social de la muerte”.

Tiempo Contemporáneo, Bs. As. 1971) tantos sucesos como relaciones humanas tuvo el muerto en su vida, relaciones tanto personales como no personales.

Esta trascendencia, como sentido del entorno circular vida muerte (que siglos después lo retornarán filosóficamente los estoicos) aparece en todas las religiones teológicamente y en todas las culturas secularmente.

Acotaba Cicerón:

“…la vida de los muertos está en la memoria de los vivos”.

La trascendencia como principio organizador de la existencia, la encontramos también en Borges, “Me moriré realmente cuando se muera el último que me recuerde”.

Decía Heidegger que “la finitud de la temporalidad, la muerte, es el fundamento oculto ~el sentido~ de la historicidad del hombre”.

(Aubral F: “Los filósofos”. Ed. Acento, Madrid 1993)

Esto se aprecia claramente en el contexto social que acompaña la desaparición física de un militar.

Si no veamos qué sucedió cuando, en la Ilíada, Aquiles se apodera del cadáver de Héctor, el príncipe de Troya, luego de abatirlo en duelo, y cómo el rey Príamo acude a su campamento para suplicarle que no le niegue el honor del funeral a su hijo, a lo que el honorable semidios accede.

Pero destaco que durante los últimos tiempos la impiedad para con los viejos Soldados ha sido una política de Estado en Argentina.

Por algo decía Frederick Nietzsche que “La crueldad es uno de los placeres más antiguos de la humanidad.”

Sófocles [Σοφοκλής] fue el poeta trágico griego, que vivió entre los años 496 y 406 a.C. relató el drama de “Antígona”.

En esa saga el tirano Creón había emitido una proclama prohibiendo enterrar a su enemigo Polinices.

Y es a través del autócrata que la muerte entra en escena.

La prohibición de honores al caído, entonces, es un castigo político.

Excesivo ~porque ni los dioses, en el último canto de la Ilíada, lo hubieran permitido~ pero para Antígona, la hermana del Jefe abatido, el tratamiento dado al muerto es un “crimen ontológico”.

La culpabilidad, el “homicidio” de Polinices frente a Tebas “carece de relevancia para el sentido existencial que Antígona otorga al ser singular, irreemplazable, del hermano”.

Y no sólo porque “ya no tenga vida”, sino porque ha existido.

Aquella historia sucedió.

Entonces, los idiomas de Antígona y Creón no se relacionan y ninguno de los dos se entiende.

Si Creón representa la ley ~ley personal expresada como el bien del Estado~ Antígona –desde la condena a morir del modo más terrible- a vivir ni muerta ni viva por la afrenta al cadáver de su hermano, aparece como “sin ley”, aunque ella la invoque.

“¿Pretendes algo más que darme muerte una vez que me has apresado? -le pregunta a Creón”.

A lo que Creón responde: “Yo nada. Con la venganza lo tengo todo”.
Esbozada la historia clásica, volvamos al presente, y retomemos el revanchismo de que hace gala este gobierno:

En junio de este año, el General Jorge Enrique Altieri solicitó su propio relevo acompañando su retiro voluntario a raíz de que se le impidió rendir honores militares al General Rodolfo Wehner ~muerto en cautiverio~ antiguo Jefe de Granaderos a Caballo de otros tiempos.

Al frente de la Brigada V, en Salta, que Altieri decidió dejar la actividad en el Ejército Argentino, disconforme con la decisión que tomó su Comandante de Cuerpo III, General de División Carlos Pedro Artuso, tanto como la ministra de Defensa Nilda Garré, de prohibir terminantemente velar en el Cuartel al general Rodolfo Enrique Wehner, “porque tení­a una causa abierta en la Justicia por supuestos delitos de lesa humanidad cometidos en la dictadura militar.”
La esposa de Wehner, Lucrecia Milagro Grand, fue quien pidió la ceremonia con honores.

Reina de Belleza en su juventud y perteneciente a una de las familias tradicionales de Salta, daba por descontado el beneplácito de las autoridades.

El apoyo de los militares retirados y el acompañamiento de la prensa local tornaban inconcebible un rechazo.
El corajudo general Altieri, Comandante de la Vª Brigada de Salta ~de todas forma~ ordenó formar al Regimiento de Caballería Ligero 5 para despedir al féretro del respetado Jefe, pasando a retiro a pocas horas de confirmada la voluntad de la funcionaria nacional.

Un camarada interpretó que "es evidente que es una muestra de rechazo a la política de derechos humanos del Gobierno".

Altieri fue uno de los coroneles propuestos para ser ascendidos a general por el ex jefe del Ejército Roberto Bendini y por su sucesor, Luis Pozzi.

"Es un hombre poco flexible, pero hasta ahora podíamos decir que ideológicamente no estaba en ningún lado", dijo su Comandante de Cuerpo.

Suponía ~erróneamente~ que se trataba de una cuestión ideológica, dejando de lado los principios honorables tradicionales, con ese comentario desacertado.
Oficialmente, pidió su relevo del servicio activo, aunque evitó comunicar los motivos para no generar mayores polémicas.

La valiente decisión del alto jefe militar se produjo en momentos en que hay un malestar creciente dentro de las Fuerzas Armadas por las decisiones adoptadas desde la cartera castrense.

El general Altieri les manifestó a sus cercanos colaboradores que "estaba harto de ser funcional a la destrucción de las Fuerzas Armadas de su paí­s con la muletilla de la persecución a los jóvenes idealistas".

El General, formó a sus hombres ~sobre los que tenía un gran ascendiente~ para explicarles que no creía­ en nadie del poder polí­tico y que por eso preferí­a dejarles un mensaje a sus subalternos, de dignidad y valores con su pase a retiro.

El Comandante de Cuerpo, General de División Artuso aceptó de inmediato su dimisión.
Los piquetes nevados del Neuquén

Como contraste a aquella actitud de un general estoico, recordemos que, inmediatamente atrás en el tiempo, se produjo el asalto a los cuarteles de la Brigada de Montaña VI, a cargo de Victorio Ramón Paoli, quien se abstuvo de reaccionar por temor a la crítica y a su propio relevo, cuando una banda de forajidos piqueteros “festejaron” el 24 de marzo de 2009 incendiando sus instalaciones, ante la pasividad de los militares que no se defendieron.

El General Paloli no fue relevado ni mucho menos.
El 29 de mayo festejó en la Brigada el Día del Ejército agasajando a políticos en la Cena de Camaradería de las FFAA, donde el show fue animado por mariachis, según publicó la página oficial del Ejército Argentino.
En la foto recibe honores del Comandante del IIIer Cuerpo, General de División Artuso, el mismo que apresuró el alejamiento del honorable General Altieri, en el episodio posterior, en Salta.
La rendición de los años 90
A medida que la conciencia humanitaria crece a nivel internacional, muchas conductas del pasado, que eran aplaudidas y glorificadas, se miran hoy bajo una nueva óptica.
A principios de los 90, cuando yo era militar, revistaba como Mayor en una Unidad de Caballería montada.
Un buen día llegó la orden del Jefe del Estado Mayor General del Ejército, Teniente General Martín Antonio Balza, que en un ataque de “semiótica represiva” prohibió concurrir a las ceremonias patrias formados con botas, espolines y breeches, aún en la Caballería.
Al poco tiempo impuso el saludo sin gorra y derogó ~inexplicablemente~ el uso del sable, símbolo del mando del Oficial, destruyendo una tradición irreemplazable en casi todos los ejércitos del mundo.
Más tarde Balza sería el artífice definitivo de lo que sería posteriormente el principio del fin de las Fuerzas Armadas como tales.
El 25 de abril de 1995, el jefe del Ejército de Argentina y actual embajador del país en Colombia, general Martín Balza, pidió perdón por los excesos cometidos durante los años de las Juntas Militares de Gobierno (1976-1983).
Tomando como propias las palabras de Hannah Arendt, afirmó:
“No puedo cambiar lo que pasó.
Para el pasado sólo tengo perdón, que no es olvido; y para el futuro, la promesa de que no volverá a ocurrir”…
A partir de allí se ocupó de “reestructurar” los cuadros militares, enviando a retiro a sus hombres más capacitados.
El General Balza incluso reformó el orden cerrado argentino, que se remontaba a las Ordenanzas de Carlos III ~1768~ excluyó a la Religión Católica de las filas, incorporó voluntarias y terminó de un plumazo con el Servicio Militar Obligatorio.
Algo extraño estaba sucediendo, y los Oficiales que aún quedábamos en Servicio nos preguntábamos si realmente se estaban cumpliendo las más sombrías profecías del Coronel Seineldín.
Pero aquella fantasía remota se convirtió, finalmente, en la peor de las realidades.
Sin soldados a quienes conducir, material ni presupuesto para entrenar, fui testigo de cómo también se ordenaba cerrar las unidades de Inteligencia Militar, ~tropa técnica cuyo significado filológico había sido degradado por la política~ y se modificaba la doctrina vaciándola de hipótesis de conflicto, mientras que nuestros países hermanos las incrementaban.
Obviamente, a los pocos años me bajé de un tren que no conducía a ninguna parte.
Ya desde afuera vi alejarse a Balza, que fue sucedido por el General Brinzoni, que ~en un acto patriótico, pero poco comprendido por sus hombres~ se negó a adecuar las remuneraciones militares para evitarle mayores gastos al Estado Nacional.
A él lo reemplazó el General Bendini, famoso por bajar los cuadros de los Directores del Colegio Militar de la Nación y propiciar la suavidad en los modales durante el entrenamiento.
De pronto surgieron leyes que dejaban sin efecto los indultos presidenciales y otras leyes de amnistía, y todos los Soldados que combatieron, en cualquier grado, al terrorismo en los años setenta fueron a dar con sus huesos a la cárcel por supuestos “delitos de lesa humanidad”, declarados imprescriptibles…
Y así las cosas:
Los veteranos tras míseros barrotes, sus Fuerzas Armadas retraídas, y los ejércitos de los países sudamericanos preparándose para su hipotética intervención en el conflicto que, tarde o temprano, arribará a nuestras playas.
Un día le pregunté a uno de mis hijos, que es sociólogo, que me sacara de mi tremenda confusión, y ~con horas robadas al CONICET~ pude empezar a entender la etiología de la decadencia y la ruina del oficio militar.
Me respondió:
Las Fuerzas Armadas voluntariamente se pusieron los grilletes y están actualmente “en cautiverio”, y continuó explicándome la razón.
El ejército secuestrado
El descarrilamiento de la milicia es compatible con lo que se conoce como el “síndrome de Estocolmo”, que es un estado psicológico por el que la víctima se identifica con los motivos y el destino del agresor; que fuera aplicado tradicionalmente a una situación de secuestro o toma de rehenes.
Acontece cuando un cautivo no puede escaparse, es aislado y amenazado de muerte y a raíz de actos de amabilidad del captor, a los tres o cuatro días se instala ese cambio psíquico en el capturado.
Los legos refieren que la estrategia del capturado comienza por intentar mantener al captor feliz para seguir vivo y se convierte en un amor obsesivo con sus gustos y con la comprensión de sus tormentos.
La descripción de este síndrome se puede hacer extensiva también a lo que hoy se llama “síndrome de Estocolmo doméstico” en parejas de golpeadores y la dilucidación del fenómeno ilumina los casos que se emparejan de este modo.
En lo colectivo se describe en víctimas de discriminaciones y de todo tipo de abusos de poder cuya respuesta a la persecución, lejos de ser la esperada, el odio, es la contraria: la complacencia con el opresor.
Los “secuestrados” terminan por no resistirse y se los nombra "quebrados", en su ética y en su integridad subjetiva.
Algunos permanecen víctimas del verdugo, excluidos de cualquier encuentro con un semejante, las más de las veces torturados y forzados a la delación, a la indignidad y a la tortura, en exclusión precisamente del lazo social, sin la protección de la ley intentando salidas subjetivas aún en el retraimiento del cautiverio y la opresión.
La respuesta del sujeto no siempre es la misma.
Es que algunos pueden ~otros no~ soportar el encuentro desnudo con la propia cuenta subjetiva en soledad, cuando esta es posible y no entregarse.
En definitiva, según el “síndrome de Estocolmo” es entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional por estar amenazada su permanencia en la sociedad.
Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador.
Un pequeño sector de los militares argentinos, hoy en día, sufren de ese síndrome del rehén.
Pero ese segmento se halla, justamente, en los estamentos superiores de la conducción.
Son una parte de las víctimas de las políticas del “socialismo del siglo XXI”, que se sustentan en la demolición sistemática de las instituciones argentinas, y de los propios argentinos como pueblo y como individuos, siendo las FFAA calificadas con las peores características e insultos degradantes.
Este grupo, ya sea por ansia de integrarse en la ideología dominante en la sociedad, por miedo a quedarse sin trabajo, vergüenza o por ser rastrero por naturaleza, lo peor de entre nosotros, adopta cínicamente la cultura y el dialecto inventado del enemigo, travestido de “demócrata”.
Y con ello adopta también sus odios y mentiras, contra su propia gente, contra ellos mismos con la esperanza de conservar su puesto en el sistema; fatal autoengaño, deplorable traición, porque algún día ~tarde o temprano~ también esos militares complacientes serán “retirados”.
Es curioso observar como algunos de estos, perjuros retractados de su catolicismo nacional, cambian de personalidad en presencia del terror infundido por los “defensores de los derechos humanos”, llegando incluso a negar la enseñanza del pasado a sus propios hijos.

El socialismo es un dios sangriento que exige sacrificios humanos, incluso los de los niños, como el “Komsomol”, en la URSS, el “Khmer Rouge”, en Camboya, o la UCJ (Unión Comunista de Jóvenes, o Juventudes Castristas), en Cuba, modificando los programas educativos para insuflar a los jóvenes el odio a sus propios padres, el libertinaje en todos los órdenes y el revisionismo histórico interesado, para eliminar toda conciencia nacional.
Se trata de una teoría sociológica comprobada que el individuo crece en un medio social que percibe como natural, cuando en realidad está construido socialmente.
Para ellos, las normas sociales las construyen fuerzas históricas, económicas y políticas que proceden de la naturaleza, lo que conlleva la negación de la naturaleza de Dios.
Pero el socialismo no conlleva normas producto de una evolución determinada sino que las impone bruscamente.
El marxismo inventa su nación y su pasado, crea su cultura falsificando elementos existentes o forjando otros.
Su esencia es la revolución permanente, que no refleja ninguna tradición.
Es un refugio de afirmaciones categóricas en medio de un mundo que cambia demasiado de prisa, y una válvula de escape política.
Entonces surge la demolición de las Instituciones tradicionales, por ser naturalmente la primera resistencia a estos designios tenebrosos:
La Iglesia, las Fuerzas Armadas, la Educación y la Justicia.
Los métodos son la “purga”, usualmente violenta, de los enemigos potenciales del socialismo.
Y naturalmente se desatan luchas intestinas en el propio cuerpo de las instituciones atacadas porque muchos de sus integrantes se resisten a ser victimizados y luchan por sobrevivir individualmente.
De ese modo surge la colaboración:
Los débiles, los cobardes y los arribistas se adhieren rápidamente al sistema, cada uno por sus motivos, sin que esta descripción objetiva signifique juzgar ni criticar.
Pero su culpa es enorme, porque la integración en un sistema totalitario, coactivo, como es el régimen socialista, exige no sólo simple adaptación sino suscribir la represión evidente contra otros, contra tu propia gente, exactamente igual que la colaboración de la población alemana con el régimen nazi.
En estos sistemas, la población no es ~casi nunca~ protagonista activa de los cambios sociales.
O se manipula su papel, haciéndole creer que se le da lo que espera y se merece.
El fútbol gratuito o subsidios clientelistas en lugar de trabajo honorable, para convertirla en miserable comparsa con intenciones inconfesables.
La tónica general hoy en el mundo desarrollado es la sumisión o el individualismo.
Hay mucho que perder y poco a ganar.
Siempre son minorías conscientes y actuantes las que transforman.
Y la expansión del socialismo del Siglo XXI y de los potentes medios de comunicación acelera esa docilidad ante los actores políticos y sus manipulaciones.
Esta “democracia”: el kirchnerismo, es hijo de la permisividad de la transición, de la ceguera de la clase media y la traición de la izquierda.
El régimen intenta ocultar sus métodos tras la fachada de los conceptos “políticamente correctos” actuales:
“democracia”, “pluralismo”, “transversalidad”, “distribución de la riqueza”, “libertad”, “cambio” son términos vacíos, que los Kirchner´s jamás han cumplido, y que corean otros ingenuos o colaboracionistas, por considerarse “demócratas” o por “progresistas”.
Este régimen se ha apropiado, gracias a la alianza traicionera de la izquierda, del mito de la lucha contra “la dictadura militar”, en la que jamás estuvieron (los subversivos que combatieron fueron minoritarios), ocultando sus negociados y la multiplicación de la fortuna presidencial lucrando con el sistema económico-liberal del proceso iniciado en 1976.
Así, de ese modo, la “democracia” se ha transformado en la permanente transgresión de “partidos políticos” sin ideología real que defender, y en la construcción de la tiranía mediante la pulverización de patriotismo tradicional, que antaño simbolizaban las Fuerzas Armadas de la Nación.
Autor: Carlos Marcelo Shäferstein