miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL YO ACUSO ARGENTINO

Se Impone Dar a Conocer a Todo el Mundo que Aunque Reconocemos la Utilidad del Derecho Humanitario, No es Menos Cierto Que En Manos de Extremistas Ideológicos, de Fanatizados "Jurídicos", Estos Pueden Llegar a Dominar el Mundo.

Este es un Llamado de Atención Tendiente a Corregir lo que sea Corregible.

Para Retomar el Rumbo Virando 180º la Nave de la Justicia.


Pasados los años, nos encontramos ante una situación similar, pero insólitamente los mismos que aun en la actualidad, se resisten a calificar como conflicto armado no internacional, a la lucha entablada entre las bandas subversivas y las fuerzas militares que les hicieron frente en la década del 70, y como consecuencia de ello a calificar como beligerantes a las Fuerzas Armadas de nuestro país y a los subversivos que combatieron mediante la guerrilla y el terrorismo, son los que pretenden y apoyan que se califique como tal a las FARC en Colombia.

No nos explican porque en ese país, serían beligerantes y en la Argentina, no.

Las condiciones son exactamente las mismas.

Un Estado constitucional que se defiende y guerrilleros que lo atacan mediante el uso de las armas, con el fin de derribarlo o de secesionar el país.

Dos entuertos iguales y dos soluciones distintas.

Por cierto que la clave de este punto de vista tan asimétrico se encuentra en la ideología que sustenta quien califica.

Es indudable que la calificación unilateral de “estado de guerra”, que haga una de las partes en conflicto, no es vinculatoria.

Una banda subversiva, compuesta por un grupúsculo de delirantes, no constituye por cierto un bando faccioso.

Se necesita indudablemente algo más.

Creemos que es una cuestión fáctica.

La aplicación de las normas que deben regir en un conflicto armado no internacional, en principio no es voluntaria, es ajena a la buena o mala voluntad de las partes en lucha.

Dependerá de las circunstancias.

La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, se ha pronunciado al respecto, en un dictamen ilustrativo.

Tal pronunciamiento, creemos que constituye una suerte de leading case, no muy conocido posiblemente, pero que a los fines de la calificación citada, nos será muy útil tenerlo en cuenta.

El bando otrora vencido, en el accionar represor, pasados los años ha encontrado lo que para ellos es una suerte de “Santo Grial”.

En efecto, con un altísimo vuelo intelectual y utilizando pensamientos diabólicos y perversos, han logrado que el mundo todo, se convenza de que en la Argentina, en la década del 70 existió un accionar sanguinario por parte de los militares de la Argentina, mientras que los perseguidos fueron víctimas inocentes de esa represión sin ton ni son.

Los subversivos supieron hilvanar una traje a medida, que tardaron años en estrenar.

Hicieron uso del famoso dicho árabe de que la venganza es un plato que se come frío.

Son conocidas por todos, las maniobras leguleyas que se llevaron a cabo, por parte de los integrantes de las bandas subversivas, con el deliberado propósito de hacer ver al exterior que ellos eran la “población civil” víctimas de las monstruosidades del represor.

Tan acertados estuvieron, y tan entusiastamente defendieron ese punto de vista, que incluso los habitantes de la Argentina, debimos preguntarnos, ante la impresionante presentación de estos episodios, por parte del Estado Nacional, si la lucha contra la guerrilla era una lucha que libraron las Fuerzas Armadas de la Nación, no contra una banda de forajidos, sino contra la población en general.

Si seguían con tales actitudes, iban camino a lograr que hasta nosotros nos convenciéramos sobre el idealismo de estos “jóvenes combatientes”.

Diversos episodios, anteriores a los eventos citados y posteriores a los mismos, ciertas circunstancias que ocioso es relatar, nos impidieron caer en la trampa, en la maléfica trampa.

Entre aquellos, que permitieron aclarar este punto, podemos citar el intento de copamiento del cuartel militar de La Tablada y las consecuencias del proceder clásico de estos personajes.

Cuando se ven perdidos, acuden plañideramente ante los organismos internacionales, defensores de los derechos humanos, como a un hermano mayor, a fin de lograr mediante sus argucias jurídicas, lo que no pudieron con su sanguinario proceder.

Antes de extraer conclusiones al respecto, tengamos en cuenta que, en ocasión de presentar su denuncia ante la C.I.D.H., ellos tuvieron que modificar sus remanidos argumentos ya que no pudieron alegar que su lucha era contra un sanguinario gobierno dictatorial, puesto que el episodio citado -asalto al cuartel militar de La Tablada- ocurrió durante la vigencia de un gobierno constitucional.

Estaban acostumbrados a adoptar tal actitud.

Ellos eran siempre las “víctimas”, y así se condujeron durante el gobierno del general Juan Domingo Perón, que también era legítimo y constitucional, al punto que era público y notorio que hicieron conocer a quien quisiera oírlo, que no habían depuesto las armas.

Prosiguiendo enconadamente su demencial lucha armada.