martes, 10 de noviembre de 2009

CONTRA EL NARCOTRAFICO

¿Por qué no hay una política latinoamericana contra el narcotráfico?
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Colombia es un país en guerra desde hace casi cincuenta años, surcado por desigualdades sociales y económicas que lejos de allanarse tienden a profundizarse.

Sostener que la violencia en ese país surgió a partir del nacimiento de las FARC, es una falacia.

También es una mentira sostener que se ha luchado contra el narcotráfico.

Ambos bandos en pugna, solo se limitaron a mantener una coexistencia más o menos pacífica con los cárteles de la droga en función de sus propios intereses.

La instalación de tropas norteamericanas en dicho país, bajo cualquier pretexto, no hace más que vulnerar la soberanía colombiana.

Y abre un debate que lleva a preguntarnos:

¿Por qué los líderes políticos latinoamericanos no han elaborado una política regional contra el narcotráfico?

Colombia es un país en guerra desde hace cincuenta años.

Dentro de ese proceso histórico, de dos bandos en pugna.

Por un lado la alianza de liberales y conservadores desde el poder del Estado y las FARC por el otro, fue naciendo a partir de la década del sesenta un negocio, que comenzó con plantaciones de marihuana, pero ya a fines de los 70 comenzó a cobrar increíble poder económico con la extensión de las plantaciones de coca, y la producción y exportación de cocaína a granel.

Los Cárteles del narcotráfico colombiano surgieron a la sombra de esa guerra, desarrollando una estructura particular que les permitió establecer y negociar condiciones de supervivencia con ambos bandos.

La estructura de los Cárteles basó su crecimiento económico en la distribución a nivel mundial de las drogas, y allí concentró todo su poderío económico, militar y logístico, generando bases de operaciones rurales y urbanas.

No es un misterio que las FARC permiten la producción del narcotráfico en las zonas que controlan, y cobran un impuesto a los productores de marihuana, coca y amapola y a los laboratorios que funcionan en sus territorios.

Tampoco es una novedad que las fuerzas paramilitares que operan contra la guerrilla también lo hacen.

Y el Estado Colombiano también obtiene beneficios del Narcotráfico, con complicidades directas o indirectas.

Pero complicidades al fin.

La realidad es que nadie combate al crimen organizado, y cada bando elabora sus propios argumentos para defender su coexistencia más o menos pacífica con los narcotraficantes.

Por eso, es cada vez más usual escuchar que por derecha o izquierda, diferentes actores políticos breguen por blanquear este vínculo y darle a la relación el carácter legal que aseguran debería tener.

Después de todo, las denuncias de campañas políticas financiadas por el narcotráfico recorren todo el continente.

La participación de Sebastián Sforza en un evento tendiente a financiar la campaña política de Cristina Kirchner, en principio muestra la vocación de los narcotraficantes de vincularse a sectores del poder político.

Y aunque no se pueda decir que el PJ argentino recibió financiamiento del narcotráfico a sabiendas.

Lo cierto es que Sforza, asesinado en el Triple Crimen de General Rodríguez vendía efedrina al Cartel de Sinaloa, que es lo mismo que decir que negociaba con
“El Chapo” Guzmán, quien producía meta anfetamina con la efedrina argentina, y la vendía a adolescentes, jóvenes y adultos de todo el mundo.

El dinero de esos adictos, al fin de cuentas fue el que terminó financiando la campaña de Cristina Kirchner.

Pero hablamos de este caso sólo como un ejemplo que salió a la luz.

Sin duda, habrá otros tantos en el arco político de nuestro país que no han sido conocidos aún.


Porque en este sentido, los cárteles tanto colombianos como mexicanos han seguido un mismo camino, luego de lograr poder económico, buscaron acrecentar poder social, y hoy se encuentran en plena avanzada de lograr poder político.

Y aquí cobra relevancia la acusación realizada esta semana por el presidente venezolano Hugo Chávez, hacia los Estados Unidos y su
“Plan Colombia”.

Según Chávez, al país del norte solo le importa controlar el flujo de drogas hacia su país.

Porque de interrumpirse, nadie sabe qué llegaría a pasar con esa gran masa de adictos en abstinencia.

También es cierto que hay muchas razones para sostener que
“narcotráfico” y “terrorismo”
son sólo excusas en el discurso político del país del norte para expandir su política imperialista, y solidificar su rol como gendarmes del mundo.

Los conflictos desplegados a lo largo del planeta con presencia de tropas norteamericanas dan muestra de ello.

Por eso el planteo de Chávez no es descabellado, es un escenario posible que fue abordado en diferentes estudios abocados al tema del narcotráfico, centrados en dilucidar la economía paralela que genera y su impacto en la amortiguación de las crisis económicas.

Sin ir muy lejos, la diputada argentina Diana Conti, en varias oportunidades argumentó en defensa de los vendedores minoristas de drogas considerándolos como familias que buscan escapar de la pobreza.

De esta manera, brindó un marco de legitimidad a su accionar.

Otro ejemplo llamativo en este sentido, lo brindó el Partido Comunista Argentino (PCA), el cual no ha derrochado recursos intelectuales para intentar mostrar al narcotráfico como parte del proceso de liberación nacional, y social de los pueblos latinoamericanos.

Incluso postuló la extrapolación del modelo de relación de las FARC, con los Cárteles colombianos como la estrategia a desplegar de manera global.

Y curiosamente este planteo confluye, desde las antípodas ideológicas, con el pensamiento de George Soros, quien desde su fundación Open Society trabaja a nivel mundial financiando los movimientos que bregan por el libre comercio de drogas.

Los cuales se traducen en Argentina en el accionar del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y su trabajo conjunto con las asociaciones que impulsan la despenalización de la tenencia de drogas.

Estas posturas, por derecha o por izquierda, terminan confluyendo en un razonamiento común.

El problema del narcotráfico se terminaría si dejara de ser ilegal.

En agosto pasado, la Corte Suprema argentina despenalizó la tenencia de drogas, y
el juez Eugenio Zafarroni propuso que cada joven tuviera “su macetita” de marihuana.

Los defensores de esta postura incluso, citan a modo de ejemplo la Ley Seca de los Estados Unidos.

Lo cual parece ser un argumento sólido a su favor.

Pero solo en apariencias.

Porque el problema del alcoholismo, no sólo no disminuyó, sino que continúa acrecentándose a nivel global.

En el fondo de esta construcción intelectual esta la idea central de liberalizar el comercio mundial de drogas, para así poder cobrar impuestos a los que criminales que, del día para la noche, pasarían a ser prestigiosos empresarios dedicados al segundo mejor negocio mundial luego del tráfico de armas.

Con igual criterio, podríamos bregar por el blanqueamiento olegalización del tráfico de personas, incluso argumentar a favor de la creación de una bolsa de valores global donde coticen las razas humanas.

Una especie de Mercado de Palermo dedicado a la cría, reproducción, y comercialización de seres humanos.

Después de todo, el argumento sobre la inutilidad de la lucha contra el narcotráfico esgrimido semanas atrás por la ex fiscal Mónica Cuñarro:


“Hace cien años que luchan contra el narcotráfico y nada han logrado”,

también es aplicable a la lucha contra la trata de personas.

Tan solo basta ver que la esclavitud moderna en sólo tres décadas pasó a ocupar el tercer lugar dentro de los mejores negocios del planeta.

Detrás del argumento de
“eficientizar el accionar del Estado” bajo criterios “científicos” que liberen fondos de la lucha contra el narcotráfico para destinarlos a la prevención y atención de adictos, la ex fiscal Cuñarro olvida que en Argentina, a pesar de ser la venta de alcohol una actividad lícita, tuvieron que pasar cerca de doscientos años para que la dirigencia política dictara una ley que obligara a las obras sociales a atender a alcohólicos.

Pero a pesar de la ley tuvieron que pasar 12 años más para que la misma sea instrumentada y pudiera aplicarse.

Esta mirada sobre las actitudes políticas hacia el narcotráfico muestra que no hay diferencias entre actores que se asumen como de derechas o izquierdas, todos confluyen en un solo discurso que sostiene la necesidad de crear un libre mercado de drogas a nivel mundial.

Después de todo dicen,
“lo natural” es que el hombre consuma drogas.

“Desde siempre lo ha hecho” remarcan.

Argumento muy utilizado, también por los sectores más conservadores:


“Lo natural en el hombre es la existencia de diferencias sociales y económicas, la igualdad es un mito”.

Ahora bien, ¿Por qué los líderes políticos latinoamericanos no han elaborado una política regional contra el narcotráfico?,

¿Usted qué piensa?


El documental

“Fuerzas Revolucionarias de Colombia” este documental fue realizado hace cuatro años, tiempo antes de la muerte de uno de los fundadores de las FARC, “Tirofijo” Marulanda.

El mismo muestra el proceso histórico de ese país y los argumentos utilizados por las fuerzas en pugna para explicar su coexistencia con el narcotráfico.