sábado, 1 de agosto de 2009

TERRORISMO ANGELICAL

EL CASO DEL TERRORISTA LABRAÑA
Este individuo fue lanzado al estrellato por Juan Bautista Yofre ("Tata") cuando lo invitó a presentar su libro "Volver a matar" hace un mes.

Contribuyeron a eso también, y entre otros, los esposos Mercado (Cecilia Pando y su marido Pedro Mercado) con sendos artículos que publico como apéndice de este artículo.

Entre Labraña y Yofre acuñaron una frase que algunos recogieron como una consigna:

"O quedamos todos libres o vamos todos presos".

¡Cómo si fuera lo mismo haber sido soldado de la Patria que terrorista!

Entre otras cosas, Labraña estuvo en la cárcel de Campo de Mayo exhibiendo su libertad y su poder como amigo de la actual tiranía de sus colegas Montoneros ante los tristes Militares Secuestrados por el Régimen en esa y en otras mazmorras.

Me imagino la justa indignación que habrán sentido esos Militares al ver pavonearse delante de ellos, con aire de "perdona-vidas", al terrorista Labraña.

Ellos sometidos a un secuestro sine die y el "visitante" libre como una mosca.

No puedo entender cómo la Sra de Mercado y los "los representantes de UNO AMÉRICA en Argentina, Jorge Mones Ruiz y Liliana Raffo de Fernández Cutiellos; el Teniente Coronel Retirado Emilio Nani y el Director de la Revista B1, José D´Angelo Rodríguez" que según ella la acompañaron en la inverosímil visita, pudieron facilitar esa vejación.

La confusión de los espíritus en este momento aciago de nuestra Historia, es negra.

Alarmante

A veces un error de buena fe resulta más enemigo de la verdad que la mentira.

Ésta suele servir de revulsivo, incitando automáticamente a buscar lo real y verdadero.

En cambio la confusión alimentada por errores ingenuos, puede consolidar nefastas falsedades entre la gente desprevenida.

En estos días se ha producido al respecto un caso singular, que genera mucha inquietud.

Gira en torno a cierto terrorista de la reciente agresión subversiva, encumbrado al extremo de habérselo llevado a confraternizar con prisioneros del terrorismo gobernante.

Sin duda el desacierto habrá nacido de un gran entusiasmo.

Al detectar en el viejo enemigo alguna faceta concurrente a la equivocada idea de que en los años 70 existió una “guerra civil”.

Pero se puede advertir que la prudencia y el saber no han gobernado aquellos sentimientos espontáneos, de espíritus evidentemente propensos a la magnanimidad. .

Los hechos originarios son bien conocidos.

El antiguo jefe del servicio de informaciones de Menem -Juan Bautista Yofre- acaba de presentar su último libro “Volver a matar”, acompañado por el terrorista en cuestión.

Hecho de por sí espectacular, aunque lo más sensacional ha sido que en sus declaraciones el susodicho manifestó con énfasis:

“Pensar que alguien me encuadra en la figura de un arrepentido me causa pavor…

Nosotros fuimos héroes en tiempos de guerra” …

"Y quienes lo niegan faltan a la verdad y ofenden la convicción y la valentía de quienes murieron en ambas trincheras…

" Poco más tarde, con el estímulo de la increíble acogida, llegó más lejos en muy distinto escenario.

Para decir que en la feroz hecatombe desencadenada por la subversión, “sólo existió un demonio al acecho y dos ángeles guardianes que combatieron entre sí en su profundo amor al país”.

Más que héroes entonces, de resultas los agresores habrían sido ángeles terroristas, muy amantes de la Argentina

Diabólico

Obviamente significa un gravísimo escándalo que el terrorismo quede enaltecido de esta manera.

Con toda la carga de su infamia.

Desde poner una bomba en un comedor comunitario, en un bar o bajo una cama, hasta matar a una chiquita junto a su padre, joven militar; acribillar fríamente a mujeres y asesinar a un educador yendo a Misa o a un filósofo delante de toda su familia, bañada con su sangre…

Más la enorme cantidad de brutalidades que tuvieron en vilo a la sociedad argentina…

Conviene pues recordar lo denunciado por el mismo Ministro de Defensa del peronismo, Tomás Vottero, quien en 1975 sintetizó con precisión que la agresión del terrorismo subversivo era “total, sofisticada y compleja, despiadada, diabólica y criminal”.


Exactamente diabólica

Lo cual hoy corresponde remarcar fuertemente, en especial considerando que las nuevas generaciones están sometidas a la mendacidad de los medios y de la enseñanza pública.

Por supuesto también obliga a desandar cualquier camino hacia el olvido de los crímenes terroristas y sus objetivos perversos en plena ejecución.

Bien lejos de cualquier ideal, como lo viene demostrando la voracidad de los principales protagonistas…

Precisamente por ciertas imprudencias, ahora estamos presenciando lo peor que podía esperarse a más de la herida mortal que sufre el país.

La humillación de la Verdad, con el tremendo resultado de trastornar la moral pública, confundiendo el bien con el mal.

Lo cual sigue así pasando con las frecuentes instancias a una “reconciliación” irreal; como si la Argentina hubiera estado dividida en dos grandes bandos, cosa absolutamente falsa.

Básicamente se olvida que reconciliación significa renovar y restituir una amistad que se quebró...

¿Qué amistad pudo unir a las organizaciones terroristas y la sociedad agredida?

¿Qué tienen de común la mentira y la verdad, el delito y la justicia; el asesino contumaz y sus víctimas?.

Guerra foránea Conforme a lo expresado por el terrorista altanero, los criminales alevosos resultarán héroes a la altura de las fuerzas nacionales que los combatieron.

Es imperioso recordar entonces -conforme lo sigue marcando la definición y (hasta ahora) el sentido común- que heroísmo significa el esfuerzo del ánimo para realizar hechos extraordinarios en servicio de Dios y de la Patria…

Y en cuanto a la contienda anómala desatada en la década del 70, se impone subrayar que de ningún modo puede ser calificada “guerra civil”.

Carece para ello del elemento esencial de su definición:

Conflagración entre dos partes significativas de un mismo pueblo.

Ni por su número, ni por la nula representatividad o adhesión (siquiera implícita) de la gente, las bandas terroristas se pueden considerar expresivas de una porción ponderable de la nación argentina.

Todo el mundo conoce aquí -en especial lo recuerdan los testigos presenciales- el indignado repudio popular a los asesinatos y atentados cometidos en aquel entonces por ínfimos aunque virulentos elencos subversivos, motorizados con ideas y medios foráneos.

En verdad siempre se ha visto claro, que aquella fue una urdimbre del comunismo internacional, decidido a conquistar este enclave en América del Sur con fuerzas adiestradas y también reclutadas en el exterior.

Un asalto a contrapelo de la convicción y sentimientos de los argentinos, siempre resistentes al marxismo y a la violencia demencial.

De tal manera, lo que se produjo entonces fue una verdadera guerra atípica, internacional y revolucionaria.

No otra cosa: donde de un lado flameaban los colores argentinos y del otro asomaban las insignias teñidas de rojo; del ERP, de las FAR, FAP o los Montoneros.

Un abismo sustancial separaba a la Patria de aquel enemigo, como lo genuino dista de lo exótico y la justicia del delito.

Es evidente que el terrorismo triunfante, todavía quiere revestirse de personería legal –objetivo buscado siempre por la izquierda- quedando como una fuerza luchadora por un alto ideal.

Y al ocupar los resortes del poder, la conspiración marxista, con su ancestral pericia y las complicidades de siempre, ha podido manejar el arma más apta para cambiar la mentalidad y la sensibilidad; obviamente la Mentira.

Resulta pues, más que lamentable, que el terrorista impune haga alarde de su contumacia y lo exhiban como un perdonavidas magnánimo.

Si no se ha arrepentido de su militancia –obstáculo del perdón- podría al menos preguntársele si le pesa o no, haber cometido directamente algún homicidio de los que han enlutado a nuestras familias o contribuido a tantas desgracias...

De cualquier manera suena inquietante que la obra originaria de la extravagancia se llame

“VOLVER A MATAR”.