domingo, 18 de octubre de 2009

EN EL DIA DE LA MADRE, DESDE LA PRISION

EMOTIVA CARTA DE UN PADRE A UN HIJO

Querido hijo "Julito": Papá te habla a la distancia, no se dónde estas, pero quizás vos tengas la oportunidad de escucharme.
¡Sabés que te quiero mucho! y te extraño con toda mi alma.
Hoy es el día de mamá y te toca estar con ella.
Disfrutá de este día, al igual que todos, como si fuera el ultimo, plenamente, como te enseñé siempre.
Disfruta de mamá y cuidala, porque es la única mamá que tenés, y siempre va a ser tu madre; con todas sus virtudes, defectos y enfermedades.
Sabés que ella también te quiere mucho, y es por eso que hace todo lo que hace, bien o mal.
Nosotros pronto vamos a volver a vernos, no siempre van a poder mantenernos separados.
Nuestro amor es tan grande que nadie va a poder destruirlo.
Ya ha quedado demostrado que es así.
Hace 13 años que andamos por este mundo, recorriendo la vida, en forma meliflua, uno al lado del otro; precisamente desde aquel día de la madre de octubre del 96.
A tus 4 años me pedías seguir viviendo conmigo.
A tus 7 años se lo imploraste al juez, y a los 10 te mandaste una travesía de mil kilometros para estar junto a mí.
Ahora seguramente te sientes cautivo.
Yo tampoco gozo de la suficiente independencia como para poder darte un beso cada mañana y leerte un cuento cada noche antes de dormir, pero te repito, falta muy poco para que ambos ganemos la libertad, y disfrutemos juntos la vida con toda "la felicidad que nos merecemos".
Miles de besos, Julito.
Tu papá está con vos y lo estará por siempre.
Carta del Dr Julio César Sánchez, privado indebida e ilegalmente de su libertad en Corrientes, dedicada a su hijo Julito, en el día de la madre.

ES TAN FÁCIL ROMPER UN CORAZÓN
LA DESGARRADORA HISTORIA DE UN PADRE SEPARADO DE SU HIJO

Julito tiene 10 años y una historia trágica.
Durante años fue maltratado por su madre y alejado de su padre de manera injustificada.
Parecía ser uno de esos típicos casos de "me desquito con el nene por todo lo sufrido".
Pero no, la situación era peor que eso.
Julito no sólo era basureado por su progenitora, sino que también fue sacado del colegio y alejado de todos sus afectos por parte de ella y sin motivo alguno.
Hasta que no lo toleró más y se escapó de su casa.
Como pudo, buscó a su padre —llamado Julio, al igual que él— y comenzó una nueva vida.
Mejor dicho, intentó retomar su antigua vida junto a la persona que más quería.
Julio padre devolvió a Julito la sonrisa perdida.
Le costó mucho tiempo, pero lo logró.
Lo reinsertó en la sociedad, lo volvió a anotar en un colegio y lo hizo atender por diversas especialistas relacionadas a la salud mental.
Fue un arduo trabajo, del cual este periodista pudo ser testigo directo.
La transición fue algo milagroso:
Un chico que no sabía sonreír, que se asustaba cuando alguien quería abrazarlo, en pocos meses se convirtió en un ser que podía volver a confiar en el mundo; en el mismo mundo que lo había maltratado hasta ese momento.
Creció Julito, sin prisa, pero sin pausa.
Y creció Julio, de la mano de su hijo.
Juntos aprendieron y caminaron el sendero de la vida.
No importaba si había un mundo ahí afuera, sólo importaban el uno para el otro.
Y viceversa.
Pero algo se truncó, fue hace pocas horas.
La Justicia correntina, a pedido de la madre de Julito, Verónica Plano —ya denunciada por este periodista por los maltratos propinados oportunamente a su hijo—, arrebató de las manos de Julio a su querido hijo.
La desgarradora escena conmovió incluso a los oficiales de la División de Búsqueda de Personas de la Policía Federal, quienes fueron los encargados de separar a padre e hijo por pedido de un juez ímprobo.
La imagen de Julito aferrado a la pierna de Julio, llorando sin cesar —lo hizo por cuatro horas seguidas—, han sido fuertemente emotivas.
Y sintomáticas.
En estas horas, el pequeño es llevado a Corrientes contra su voluntad, mientras su padre, destrozado, permanece detenido en una celda de la calle Madariaga 6976, cerca del Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.
De más está decir que Julio se encuentra devastado, inconsolable.
Todo lo que había progresado la relación entre padre e hijo acaba de desmoronarse, al igual que el progreso personal y social del propio Julito.
Lo más paradójico es que la causa judicial iniciada por el propio Julio para obtener la tenencia de su hijo estaba encarrilada a culminar favorablemente para él.
Todos los informes periciales efectuados por las pertinentes profesionales dieron cuenta de la elocuente mejora presentada por el niño, por lo cual aconsejaron que debía permanecer con su padre.
El daño que se ha hecho es irreparable.
No lo dice este humilde cronista, sino las propias psicólogas, las cuales lamentaron lo sucedido.
No hay palabras para describir semejante injusticia.