sábado, 27 de febrero de 2010

LOS PROBLEMAS DEL PROCESO MILITAR

Para el general Bruera, al Ejército “no le pertenecen” los problemas del proceso militar

El Secretario General del Ejército realizó un insólito reportaje con
El Argentino.com, en torno a la publicación reciente por la revista Veintitrés del listado de personal del Batallón de Inteligencia 601 durante el proceso militar.

Afirmó que “los militares tenemos que mostrarle a la sociedad que somos seres humanos”; reivindicó la autocrítica del ex Jefe de Estado Mayor Martín Balza y sostuvo que la actividad de la inteligencia militar “era privada”.

Un patético esfuerzo por negar la realidad de la lucha antisubversiva.

El 31 de enero pasado, Perfil.com señaló que Bruera estaría asesorando a Eduardo Duhalde junto al ex Secretario General del Ejército Jorge Tereso, agregando que el actual Secretario General del Ejército participo de reuniones con Gerardo “Momo” Venegas, el duhaldista titular de las 62.

Según trascendió en fuentes del Ministerio de Defensa, este desliz político de Hugo “Tanguito” Bruera casi le costó el pase a retiro.

Tal vez a cambio de evitarlo-señalan las mismas fuentes- Bruera estaría dando muestras entusiastas y confusas de militancia K, como surge del reportaje en Veintitrés.

Ésta es la nota:

Memoria y verdad.


Juicio y castigo.

Eslóganes cargados de contenido que organismos de derechos humanos y cientos de argentinos repitieron en los últimos 27 años de democracia y reforzaron ante cada lucecita que encontraron en el camino:

el encuentro de un nuevo nieto, la condena a militares que torturaron y robaron bebés, la recuperación de espacios como la ESMA reconvertidos en centros culturales que luchan contra el olvido.

El listado de integrantes del Batallón 601, que Veintitrés publicó en exclusiva la última semana, se suma a esos hechos que apuntalan el compromiso y hacen de la defensa de los derechos humanos una bandera indeclinable.

Un documento histórico elaborado por el Archivo de la Memoria y entregado por su titular, Ramón Torres Molina, al juez federal Ariel Lijo, que incluye más de cuatro mil nombres de civiles y cerca de cuatrocientos militares que cumplieron funciones en esa dependencia.

Lejos del rechazo que ex camaradas destilaron en diversos foros procesistas de Internet, el secretario general del Ejército, general Hugo Domingo Bruera, celebró la publicación de la nómina de integrantes del máximo organismo de Inteligencia de la institución durante la última dictadura militar:

“El artículo nos favorece y queremos colaborar con su difusión.

Rescatamos la importancia que reviste para el Ejército y la sociedad que se conozca este tipo de información”.

–¿Por qué es favorable?

–Es muy favorable y más aún teniendo en cuenta que la nómina del personal civil que revistió en el Batallón también fue firmada por el actual director general de Inteligencia, César Milani.

¿Por qué?

Porque este tipo de apertura permite reflejar que el Ejército no tiene nada que ocultar.

Es bueno que se conozca qué pasó y quién era cada uno.

El actual Ejército no quiere cargar con mochilas de otra época, problemas que no nos pertenecen.

Al contrario.

Desde la Secretaría General estamos impulsando la política de despegue de los actuales oficiales de los antiguos problemas.

Por eso, también lamentamos que en esa nómina se hayan filtrado algunas inexactitudes.

–¿Cuáles?

–El general Milani, por ejemplo, aparece en la lista publicada cuando forma parte en realidad de un Ejército que encabeza un proceso de renovación y apertura.

Si bien Milani fue dado de alta en el Batallón 601 en noviembre de 1983, comenzó a prestar servicios en esa dependencia a partir del mes de febrero de 1984, en plena vigencia de las instituciones democráticas.

Cuando salió el artículo en la revista algunas personas y oficiales retirados expresaron que no habían revistado en el Batallón en la época mencionada.

El jefe del Ejército ordenó corroborar esos datos y con documentación obrante en la Dirección de Personal comprobamos que, como siempre sucede, los traslados se informaron en noviembre del año anterior, en este caso el ’83, pero los oficiales y suboficiales hicieron su presentación en febrero del año siguiente, con la licencia cumplida.

En el Ejército, los movimientos de personal se planifican en los meses de octubre y noviembre.

Así sucedió con Milani, que fue informado el 23/11/83 de su pase y él, como oficial de Inteligencia, se presentó en su lugar de trabajo el 14 de febrero siguiente.

Con otras personas, como los coroneles Cardarelli Nedo Otto y Meana Ezequiel Alfredo, los tenientes coroneles Suárez Luis Faustino y Simón Antonio, los mayores Fernández Ricardo, Renes Hugo y Dowling Douglas Patrick, los capitanes Fernández Corzo Julio, Ferreyra Carlos Emilio, Braga Rafael y Recio Ramón Abel, y los tenientes primeros Macchi Miguel Ángel, Silvani Patricio y Candia Carlos Alberto sucedió algo similar: empezaron a prestar servicios en otra época.

–¿Es delicado llevar adelante ese proceso de renovación a nivel interno?

–Tiene sus inconvenientes, como todo proceso de cambio.

Hay quienes se enojan y quienes no.

Pero, en general y sobre todo en la oficialidad y los suboficiales jóvenes se sigue muy bien el cambio porque entienden que se están desprendiendo de un pasado que no tienen por qué sufrir.

Es más, le doy un dato: estamos trabajando para cambiarle el nombre a las unidades que llevan la denominación 601 -que responde a todas las unidades militares que dependen directamente de la Jefatura del Ejército-, empezando por el Batallón de Inteligencia de Combate 601.

–Por una cuestión de simbolismo...

–Claro.

Cada vez que se presenta una denominación 601 trae reminiscencias de actividades pasadas que no nos identifican hoy.

Eso formaría parte de un proceso de cambio para mostrarle a la sociedad que nosotros queremos pertenecer a otra época.

Mostrar que hay un cambio.

No es una tarea fácil.

Por caso, hay dos compañías de comando con la denominación 601 que tuvieron una actuación heroica en Malvinas.

Pero una vez que podamos resolver esas cuestiones, vamos a reemplazar el nombre.

–Usted mencionó cambios de cara a la sociedad.

¿Cómo es ese proceso de reconciliación?

–Primero tenemos que mostrarle a la sociedad que somos seres humanos que tenemos sentimientos y dentro de ellos está nuestro amor a la Patria.

Pero también amor a nuestro Estado y a nuestros gobiernos, a nuestra forma de vida.

Los oficiales y suboficiales crecen como cualquier ciudadano y estamos tratando de demostrar que nos sentimos ciudadanos antes que soldados.

No tenemos, como se pensó alguna vez, una reserva moral o algo por el estilo.

Somos ciudadanos que vestimos uniformes y, a lo mejor, hacemos cosas diferentes en la profesión, pero eso no nos excluye de ser ciudadanos comunes y silvestres.

Queremos compartir con la sociedad todas las alegrías y las tristezas, como cualquiera.

Y ayudar mucho.

Entre los derechos humanos que hoy busca resaltar el Ejército está el derecho a la solidaridad.

Y en ese marco nos empeñamos en asistir o ayudar en situaciones extremas, como con el reparto de alimentos en el Chaco o cumpliendo funciones en Haití, es decir, trabajando con el gobierno en las tareas que hagan falta para ayudar a nuestra sociedad y a otras hermanas, como la haitiana.

–¿Qué visión tiene esta nueva camada del Ejército de las funciones que cumplió la fuerza durante la dictadura y, en especial, el Batallón 601?

–Las funciones del Batallón 601 son cuestiones que la mayoría de la gente ignora, teniendo en cuenta que por su actividad de inteligencia, su accionar era privado.

Respecto a la dictadura, el Ejército reconoció como un error su accionar, a través del mea culpa que hizo el general Balza cuando era jefe del Ejército.

Hoy la fuerza busca demostrar con distintas actitudes que esa época no nos representa.

Nosotros tenemos bien claro que las hazañas de San Martín, Mosconi, Savio y otros militares heroicos no encubren cuestiones malas que hicieron otros.

Cada militar pertenece a un Ejército pero tiene que demostrar que realmente pertenece a una institución respetable y que quiere cumplir con su apoyo a la sociedad y a nuestro país.

No creemos que por pertenecer a un Ejército haya valores permanentes que nos identifiquen a todos sino que cada uno tiene que revalorizar esos valores.

–¿Y por qué cree que se tardó tantos años -y aún se tarda- en revelar información como la del Batallón?

–Todo es progresivo.

Ahora hay un Ministerio de Defensa que tomó la decisión de comandar y apoyar el cambio en todas las fuerzas.

Yo hablo respecto del Ejército pero ese proceso también se está realizando en la Armada y la Fuerza Aérea.

–¿Considera que esas fuerzas también deberían sacar a la luz quiénes integraban sus dependencias de inteligencia?

–No sé cuál es la situación particular del área de inteligencia de las otras fuerzas, pero soy consciente de su predisposición a la apertura y a la unión con la sociedad.

Están haciendo misiones de apoyo, dan a conocer sus actividades.

Las tres fuerzas están siguiendo el mismo camino.

–Lo escucho hablar de apertura y pienso en las resistencias internas que mencionó y en quienes, en la sociedad en general, se oponen a los avances con respecto a la memoria, la verdad y la justicia...

–En realidad, prefiero no opinar sobre la bondad o no de estas personas porque realmente no soy el más indicado.

–No le preguntaba sobre la bondad sino sobre la determinación de avanzar en el conocimiento de lo que pasó durante la última dictadura.

–La política de apertura y conocer lo que pasó es algo muy bueno.

De qué modo hacerlo, quiénes son los que opinan que se tiene que hacer y quiénes no, prefiero no analizarlo.

No es un área que maneje con solvencia. Creo que la apertura es buena, de hecho, insisto, las listas de civiles salieron firmadas por el actual jefe de Inteligencia.

Sobre quienes están a favor o en contra de eso, prefiero no opinar.

Alexis Di Capo