¿Acaso no lo hacían también los terroristas subversivos?
Pero … ¿Cuál es la diferencia?
¿Por qué mataban los militares?
Los militares mataban en combate o enfrentamientos, defendiendo a las instituciones de la república, ya fuera bajo gobiernos democráticos o durante gobiernos de facto.
¿A quienes mataban los militares?
Mataban delincuentes terroristas.
Un claro ejemplo de estos muertos son:
Emilio Mazza, Roberto Mayol, Rodolfo Walsh, Fernando Abal Medina, Norma Arrostito, Jorge Baños, Oscar Ramón Boero, Reinaldo José Ramón Briggiler, José Daniel Graziano, Jorge Alberto Vivieres y Alfredo Rubén Velásquez.
Y muchos más, muchos sin identificar, que hoy engrosan la lista de “desaparecidos”.
¿Por qué mataban los terroristas?
Mataban como “bautismo de fuego” a cualquier uniformado, sin importar si eran militares o policías.
Mataban a soldados conscriptos.
La sustracción del arma y el crimen, eran méritos suficientes para ascender en la jerarquía de la organización.
Mataban a quienes querían desertar de la organización.
Mataban alevosamente a personas secuestradas.
El Tte. General Pedro Eugenio Aramburu, el Tte. Coronel Argentino del Valle Larrabure, el Tte. Coronel Jorge Ibarzábal son algunos de los que fueron vilmente asesinados.
Mataban indiscriminadamente mediante atentados con explosivos, como el colocado en el Comedor de Superintendencia de la Policía Federal.
Mataban mujeres y niños.
Mataban por que era el único medio para llegar al poder, porque su ideología totalitaria no tiene cabida en el sistema democrático y tienen un fracaso rotundo en las urnas.
¿A quienes mataban los terroristas? A cualquiera, uniformado o no.
Militares, policías, conscriptos, mujeres y niños.
Que duda cabe de que los militares durante los “años de plomo”, torturaban.
Que duda cabe de que los militares durante los “años de plomo”, torturaban.
¿Acaso no lo hacían también los terroristas subversivos?
Pero … ¿Cuál es la diferencia?
¿Por qué torturaban los militares?
En algunos casos, lo hacían como seres humanos, violentados frente a criminales de esta calaña.
Como lo haría la “Doña Rosa” de Neustadt si tuviera al alcance de sus manos a un violador o criminal.
En otros casos, lo hacían amparados por el Artículo 34 del Código Penal para evitar un mal mayor.
Mediante el interrogatorio, y confesión del terrorista capturado, se lograba la captura de otros terroristas, el secuestro de armas y explosivos, evitándose muchos otros atentados criminales.
¿En el Estado de Israel, no está legalizada la tortura?
¿Quién se escandaliza por ello?
¿Alguien levantó su voz de protesta?
¿Por qué torturaban los terroristas?
Por que son hijos putativos del odio.
Los secuestros cometidos por los terroristas, por lo general eran con fines extorsivos.
Por dinero o para pedir la liberación de detenidos de las organizaciones terroristas. Nada justificaba la tortura de los secuestrados.
Sin embargo eran alojados en condiciones infrahumanas.
Pero se enquistaron el los medios de comunicación social y nos cambiaron la historia.
Desde los medios, realizaron la gran operación de propaganda.
La primera operación de propaganda en un gobierno moderno sucedió durante la administración de Woodrow Wilson, electo presidente de los Estados Unidos en 1916, bajo el lema “Paz sin victoria”.
Frente a una población norteamericana extremadamente pacifista, era una proclama de neutralidad en medio de la Primera Guerra Mundial.
Pero luego, considerando necesario participar del conflicto bélico, estableció una comisión de propaganda del gobierno, llamada “Comisión Creel”, que en menos de seis meses, consiguió convertir a una población pacifista enana histérica y belicosa masa que ansiaba destruir Alemania, despedazar alemanes miembro por miembro, marchar a la guerra y salvar al mundo.
Hubo una caudalosa fabricación de atrocidades atribuidas a las tropas alemanas.
Del mismo modo, los terroristas subversivos, que robaban, secuestraban y asesinaban para imponer una dictadura socialista, derrotados militarmente, se mimetizaron dentro del sistema democrático y enquistados en los medios, realizan su feroz propaganda, atribuyendo a sus vencedores, toda clase de atrocidades.
El pueblo argentino sentía gran orgullo de sus fuerzas armadas, participando en todos los desfiles cívicos – militares.
Descubría su cabeza al paso de la bandera o al escuchar el Himno Nacional.
Al pasar frente a una escuela al momento del izamiento de la enseña patria, se detenía en posición de “firmes” hasta que la enseña llegara al tope.
La misma actitud adoptaba cuando era arriada la bandera.
Los hombres tarareaban las marchas militares y contaban orgullosos sus anécdotas de “colimbas”.
Pero la operación de propaganda marxista surtió su efecto.
En un primer momento, una gran mayoría creyó la mentira marxista.
Con el paso del tiempo, poco a poco, se fueron dando cuenta de que se trataba de una gran fábula, aunque había muchos que todavía desconfiaban de la honorabilidad de las fuerzas armadas.
Pero ante el peso de tanta propaganda, muchos tienen miedo y otros, vergüenza de refutar tamañas mentiras.
Acaso sea la hora de comenzar a gritar que nos sentimos orgullosos de los hombres de nuestras fuerzas armadas que combatieron al enemigo cosmopolita y ateo.
Un enemigo que reniega de nuestra enseña azul y blanca.
Que quienes lucharon, y en muchos casos dieron la vida por defender nuestra cultura, nuestra tradición y por sobre todo nuestra libertad, emergieron de hogares de argentinos, de nuestras propias familias y se nutrieron amando a nuestra patria.
En tanto que el enemigo, se alimentó de la doctrina marxista y trató de convertir a nuestra Nación en un país satélite del comunismo internacional.
Pero no es misión para cobardes.
Llegado el caso, moriremos en el empeño, otros serán los que se retiren llorando como mujeres, lo que no supieron defender como hombres.
Orlando Agustín Gauna