sábado, 13 de febrero de 2010

GUERRILEROS Y MILITARES

I. Más de 600 miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad están presos por los enfrentamientos de la década del setenta.
En cambio, ningún terrorista está entre rejas por iguales motivos.
La desigualdad de trato salta a la vista.
II. Hoy, la "versión oficial" presenta el terrorismo como a un conjunto de idealistas que, si tuvieron que armarse, fue para luchar contra la opresión.
Es completamente falsa.
Porque por esos años, el bloque comunista (dueño, entonces, de medio orbe) prohijaba guerrillas funcionales a su expansión, bajo democracias o bajo gobiernos defacto.
III. Tal guerrilla asesinaba, sin la menor piedad, también en aquellos países en los que la democracia funcionaba impecablemente.
Por ejemplo, en Italia, con las Brigadas Rojas, o en Uruguay, con los Tupamaros (que iniciaron la violencia mucho antes del gobierno militar).
IV. La violencia local no fue, pues, un hecho aislado ni fruto exclusivo de las tensiones nacionales.
El disfraz peronista, con el que algunos actuaron, cayó después de 1973: con Perón en el gobierno, mataron a Rucci, uno de los más valiosos apoyos del general..
Más aun, el blanco predilecto del terrorismo fue, en sus comienzos, el sindicalismo peronista: antes, habían asesinado a Vandor y a Alonso. V.
Tampoco el golpe de 1976 les devolvió la etiqueta peronista.
Su lucha era distinta de las demás que cruzaban el escenario nacional, aunque se camuflara tras ellas.
En síntesis (y en honor a la verdad histórica): lo que aquí tuvimos fue terrorismo marxista combatiendo por objetivos propios, contra gobiernos civiles o militares.
VI. Vayamos al actual panorama de causas judiciales.
Como dijimos al comienzo, muchos presos entre las Fuerzas Armadas o del orden.
Los crímenes de la guerrilla, aun los más salvajes, impunes.
No hay presos entre quienes mataron a mansalva soldados conscriptos en Formosa o en Azul.
VII. ¿Cómo se llega a más de 600 presos, de un lado solo y después de tanto tiempo?
Porque la Corte resolvió que los delitos que se les imputan son imprescriptibles e imposibles de purgar por indulto o por las leyes de obediencia debida o de punto final (casos "Simón" y "Mazzeo").
VIII. Siguiendo esa jurisprudencia (y en línea con los tiempos políticos), muchos jueces procesan uniformados.
Y los envían a cárceles comunes.
En cambio, no han llegado, aún, al alto tribunal, los crímenes del terrorismo (no estaría de más que su mentado activismo lo haga mirar un poco para ese lado).
Tal vez, un día, le llegue la causa que tramita en Rosario por el asesinato del coronel Larrabure.
En noble soledad.
IX. Hecho remarcable: cuando la guerrilla escribió sus páginas de sangre pretextando motivos de tinte social, la miseria no llegaba (ni remotamente) al escandaloso nivel actual.
Ni había "sin techo" bajo las recovas ni surcaban las calles los cartoneros.
Como sucede ahora, justamente, cuando muchos ex terroristas ocupan altos cargos en el gobierno.
X. Los flujos y reflujos de la historia pondrán las cosas en su lugar.
Ningún hecho aberrante es justificable.
De ningún lado que venga.
Pero justicia tuerta no es justicia.
Es venganza.
Y obstáculo a la reconstrucción del país, que ya es urgente.
Y que se quiere impedir distrayendo con antinomias que, cuando no son falsas, son del pasado.
Dr. Federico Carlos Scharn y Vidal