jueves, 5 de mayo de 2011

MILICOS YANQUIS: APLAUSOS; MILICOS CHILENOS: PERPETUA

Hacía tiempo que no tenía una alegría tan grande como la de esta mañana, cuando abrí el diario.

La misma que tuvieron Norteamérica y Europa.

Obama está orgulloso de lo que hicieron sus tropas.

Ya hace años que Bill Clinton decía que había tratado por todos los medios de matar a Bin Laden, antes del 11S, y no había podido.

El ministro del Interior alemán, Wolfgang Schauble, un demócrata irreprochable, proponía en 2007 el “asesinato selectivo” de terroristas.

No hay dos opiniones al respecto en el “mundo civilizado”.

Por eso las condecoraciones esperan a los comandos norteamericanos que consumaron la hazaña.

¿Países civilizados?

Tuvieron preso por más de 500 días a Augusto Pinochet en Londres por hacer lo mismo de lo cual se felicitan hoy.

Execran de los agentes chilenos que hicieron exactamente lo que ahora están celebrando.

Nos condenaban cuando enfrentábamos a nuestros propios terroristas, bien armados y organizados para asesinar, poner bombas en el metro, hacer estallar autos con explosivos (aunque mataran a transeúntes inocentes); lanzar bombas “molotov” a buses de la locomoción colectiva (aunque quemaran a los pasajeros).

¡Ah, no!

Eso es otra cosa completamente distinta.

Ésos son “atropellos a los derechos humanos”, “crímenes de lesa humanidad”.

Acá a los que mataron terroristas se les condenó a cadena perpetua, aunque no estuviera siquiera probado que dieron la orden de matarlos, como hay casos.

¡Y se les castiga a ellos con la Ley Antiterrorista!

Que, a la vez, es considerada “excesiva” y no se aplica a los verdaderos terroristas, como los del sur.

Acá a los que cometen asesinatos y atentados se les perdona y luego indemniza, y a los que nos salvaron de ellos se les persigue con saña, contra la legalidad e, incluso, se les encierra de por vida, aunque haya pruebas de su no participación en los hechos.

¡Acá hay jueces de reconocida y antigua identificación extremista y nadie dice nada (salvo el diario digital “Chile Informa”)!

Al contrario, esos jueces siguen ejerciendo el terrorismo a su manera, mediante sentencias amañadas y prevaricantes, que son verdaderos atentados.

¿Y qué dice la Corte Suprema?

Confirma.

¡Qué otra cosa esperar de ella, si tiene mayoría de izquierda!

¿Y qué dice el Colegio de Abogados?

Nada.

¡Y allí hay mayoría de derecha! Con razón mi difunto amigo Álvaro Bardón me decía que si fuera abogado iría a romper su carnet ante el edificio de los tribunales.

Pero como los medios son obsecuentes con la izquierda, si Álvaro hubiera sido abogado y lo hubiera hecho ni siquiera habría aparecido en los diarios.

Pero todo eso no es lo peor.

Lo peor es que, por estos lados, a quienes defienden al terrorismo se les considera “humanistas”, “demócratas”, “civilizados”. Son “la conciencia moral”.

Ernesto Sábato, ex adherente del comunismo (cien millones de muertos) no tuvo problemas para devenir “conciencia moral” de la Argentina.

Veamos lo que decía cuando Augusto Pinochet estaba injustamente preso en Londres, sufriendo sucesivos infartos cerebrales:

“En ningún caso se debe tener compasión de Pinochet por su avanzada edad...

Que se muera cuanto antes, y a ser posible de una grave enfermedad”.

Esa es la “conciencia moral” de nuestro tiempo, la del doble standard, la de los criterios acomodaticios, la de que “cuando el terrorismo nos amenaza a nosotros, ¡bala con el terrorista!; cuando el problema lo sufren otros, ¡estricto respeto al debido proceso, a los derechos humanos y al estado de derecho!”

¿Países civilizados?

¡Por favor!: ¡hipócritas! ¡tartufos! ¡sepulcros blanqueados!

Hermógenes Pérez de Arce