EL COMBATE DE RIO PUEBLO VIEJO
El 14 de febrero de 1975
se libró el primer combate en los montes tucumanos entre efectivos del Ejército
Argentino y del “Ejército Revolucionario del Pueblo” (ERP).
El hecho tuvo lugar en
el contexto de la “Operación Independencia”, un conjunto de acciones militares
y cívicas ordenadas por la entonces presidente de la Nación María Estela
Martínez de Perón para “neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos
subversivos”, tal el texto del Decreto firmado el 5 de febrero del mismo año.
El Ejército
Revolucionario del Pueblo fue creado en 1970 por el Partido Revolucionario de
los Trabajadores (PRT) [1], organización de carácter marxista leninista [2] que
pretendía la toma del poder y la instauración de la dictadura del proletariado
en Argentina como parte de un plan más ambicioso que abarcaba toda la región
latinoamericana.
El PRT, inspirado en el
triunfo de la Revolución cubana, convencido, a la luz de lo que ocurría en la
guerra de Vietnam, del inevitable triunfo del socialismo en el mundo, y
entusiasmado por las consecuencias del “Cordobazo” [3] que significó el
principio del fin del gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía,
entendió que las condiciones para el inicio de la guerra revolucionaria en
Argentina estaban dadas.
La creación del ERP fue una consecuencia lógica de ese
pensamiento.
La llegada de un
gobierno constitucional en mayo de 1973 no fue motivo para que el PRT-ERP
abandonara la lucha armada.
Solamente apreció una diferencia entre la presidencia
de Héctor Cámpora que le resultaba propicia para el fortalecimiento de sus
unidades y la de Juan Perón que le sería hostil.
Si bien la revolución
cubana inspiraba a los jefes de la organización, la metodología revolucionaria
empleada en Argentina fue diferente. En Cuba se aplicó la teoría “foquista”.
Esto es un foco de insurrección armada cuyo centro era el ejército de Fidel
Castro que desde sus inicios en Sierra Maestra se fue fortaleciendo para luego
avanzar triunfante hasta La Habana.
El PRT-ERP pensó que en Argentina los focos
insurreccionales debían ser numerosos, combinando la agitación política con las
acciones armadas tanto de pequeños grupos como de unidades militares más
grandes.
Las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba y Tucumán, y
la franja industrial de la costa del Río de la Plata fueron los lugares de
mayor actividad del accionar revolucionario.
Desde su creación y
hasta el inicio de la Operación Independencia, el ERP ejecutó resonantes
operaciones militares como fueron el copamiento del Batallón de Comunicaciones
141 en Córdoba; el ataque al Comando de Sanidad del Ejército en la ciudad de
Buenos Aires; el ataque a los cuarteles de Azul, en la provincia de Buenos; la
toma de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos en Villa María, Córdoba y el
intento de copamiento del Regimiento de Infantería Aerotransportado 17, en la
ciudad de Catamarca, además de un sinnúmero de acciones consideradas menores
como el copamiento de localidades, de dependencias policiales, robos, secuestros,
asesinatos y atentados.
Pero si bien la
organización aplicó en Argentina una metodología revolucionaria que puede
considerarse original, la revolución cubana y la guerra de Vietnam siguieron
ejerciendo su influjo al punto de intentar emularlas, salvando las distancias,
con la apertura de un frente rural en la provincia de Tucumán.
Había otra
razón, El FRIP (Frente Revolucionario Indo Popular), una de las organizaciones
que dio lugar a la formación del PRT, tuvo sus orígenes en las provincias de
Santiago del Estero, de donde provenía Roberto Santucho, su jefe, y de Tucumán.
El FRIP pensaba que la
revolución debía nacer en esas zonas rurales. Posteriormente, con la creación
del PRT y su tránsito ideológico al marxismo leninismo, se sostuvo que el
sujeto de la revolución, su principal artífice, debía ser el proletario con
conciencia de clase [4] de las zonas industriales.
No obstante ello, la idea de
una guerrilla rural formaba parte de los deseos de no pocos dirigentes de ese
partido.
Nació de esa manera la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”, una de
las fracciones dependientes del ERP y que operó en la provincia de Tucumán,
fundamentalmente al sudoeste de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en una zona
de cañaverales y monte que se extiende al oeste de la ruta 38 que conduce a
Catamarca y sobre la cual se destacan las localidades de Famaillá, Monteros,
Concepción y Villa Alberdi.
Esta “compañía” contó
con el apoyo que le proporcionaban otros elementos del PRT-ERP que actuaban en
la ciudad de Tucumán y con refuerzos que fueron llegando desde otros puntos del
país, cuando se hizo necesario cubrir las bajas de combate.
En sus inicios, en
febrero de 1974, la “Compañía de Monte” estuvo formada por unos 40 efectivos,
cifra que aumentó rápidamente a 70, para llegar en alguna oportunidad a 200.
El primer contingente
contó con fusiles FAL obtenidos del copamiento del Batallón de Comunicaciones
de Córdoba, “casi un lujo para una guerrilla latinoamericana”. [5]
Ante la presencia
guerrillera en la zona, en 1974, el gobierno nacional montó un operativo con
efectivos del Ejército y de la Policía Federal que no dio resultados porque el
ERP, alertado, se retiró de la zona a marcha forzada.
Tiempo después regresó
para tomar la localidad de Acheral y dar a conocer al resto del país el
comienzo de la guerrilla rural.
Tras la muerte de Perón,
el PRT apreció un pronunciado deterioro del gobierno nacional muy favorable
para el sobre dimensionamiento del ejército revolucionario.
La tarea de
reclutamiento y ejercitaciones militares prosiguieron durante el año 1974 pero
se vieron afectadas por el fracaso del intento de copamientos del Regimiento de
Infantería Aerotransportado 17 de Catamarca, en el mes de agosto.
Los atacantes
pertenecían a la “Compañía de Monte” y en el paraje de Capilla del Rosario
sufrieron una decena de bajas lo que provocó su retirada a Tucumán.
No obstante las
pérdidas, para febrero de 1975, los efectivos guerrilleros en el monte
oscilaban entre los 70 hombres con algunas mujeres (combatientes), sin contar
los elementos de apoyo existentes en las localidades próximas y en la ciudad de
Tucumán.
La “Operación
Independencia” comenzó el 9 de febrero y fue conducida por el General Acdel
Vilas, Comandante de la Vta Brigada de Infantería [6].
En su inicio tres Fuerzas
de Tareas se asentaron en Lules, Santa Lucía y Los Sosa, tres localidades
menores ubicadas sobre un eje paralelo al oeste de la ruta 38 en una zona
mayormente de cañaverales, donde comienza el monte y el terreno empieza a
elevarse. El puesto de comando de la Brigada se instaló en Famaillá.
En Los Sosa se ubicó la
Fuerza de Tarea “Chañi” que contaba con dos Equipos de Combate (Unos 60 hombres
cada uno) formados con efectivos del Grupo de Artillería de Montaña 5 (GAM 5) y
del Regimiento de Infantería de Montaña 20 (RIM 20) respectivamente, ambas
unidades provenientes de Jujuy.
A los cinco días de
iniciada la operación se produjo el combate de Pueblo Viejo en el cual
participé y del cual conservo hasta el día de hoy vivamente sus imágenes.
Los Sosa era un caserío
-sin policía- ubicado al oeste de la localidad de Monteros, entre los ríos del
mismo nombre y Pueblo Viejo que desde las sierras del Aconquija corren hacia el
llano.
El 2 de noviembre de
1974, para “el día de las ánimas”, según la denominación que los pobladores
daban al día de los difuntos, la “Compañía de Monte” había desfilado
impunemente por el pueblo e izado la bandera del ERP (dos franjas horizontales
celeste y blanca con una estrella roja en el medio) dejando en claro la
existencia de una vasta “zona liberada” en la provincia.
Cuando la Fuerza de
Tarea Chañi llegó a Los Sosa comenzó a hacer patrullajes diarios en los
alrededores que tenían el doble propósito de reconocer el lugar y adaptar los
soldados, muchos de ellos de la puna, a una nueva geografía.
Paralelamente se
realizaron otras actividades como censar la población, controlar las
existencias de alimentos imperecederos de los almacenes (probables lugar de
aprovisionamiento de la guerrilla) y proporcionar asistencia sanitaria a los
lugareños.
La Fuerza de Tarea tenía
como Base la escuela del pueblo que resultó estrecha para albergar a sus dos
Equipos de Combate e inapropiada desde el punto de vista táctico teniendo en
cuenta un eventual ataque nocturno.
Por esa razón se decidió
que el Equipo de Combate formado por efectivos del Grupo de Artillería 5 (los
artilleros operaban como tropa de infantería) debía realizar un reconocimiento
en una zona próxima al Río Pueblo Viejo a fin de establecer una segunda Base.
El día 14 de febrero el
Equipo de Combate a órdenes del entonces Capitán Jones Tamayo inició una marcha
en camiones por la ruta 38 hasta el sur del Río Pueblo Viejo y luego hacia el
oeste hasta donde el terreno lo permitió.
La marcha prosiguió a pié por una
senda en el monte donde los hombres avanzaron encolumnados. Formaban el Equipo
dos secciones de unos 30 hombres cada una al mando del Subteniente Arias y del
Subteniente Martínez Segón respectivamente.
Agregados íbamos el Teniente 1ro
Cáceres y yo que éramos infantes y fuimos enviados desde Buenos Aires para
completar los cuadros de la Brigada teniendo en cuenta nuestra experiencia en
monte en el curso de “comandos” [7]. También iba el Mayor Bidone, segundo jefe
de la Fuerza de Tarea, para interiorizarse del lugar probable donde se
instalaría la nueva Base.
El ERP fue insistente en
el intento de mostrar a los oficiales del ejército como burgueses (en el
sentido peyorativo del término) que mandaban los soldados al frente como “carne
de cañón”.
Una metodología de propaganda íntimamente relacionada con la guerra
revolucionaria.
La circunstancia,
agravada por que los soldados estaban en un ambiente y en una circunstancia
desconocida hasta el momento, exigió una medida muy clara que desvirtuara la
versión.
Se decidió que los
oficiales y suboficiales entraran al monte a la cabeza de sus respectivas
fracciones, es decir un poco más adelante de lo que marca la doctrina.
La
medida tenía una ventaja adicional; al estar el oficial muy adelante no era
necesario dar ninguna orden verbal.
Los soldados actuaban atentos a las señales
o por simple imitación. En horas de marcha, el silencio fue casi total a pesar
de que eran 60 los hombres que avanzaban por una senda del monte.
Pasado el medio día se
llegó a las compuertas del Río Pueblo Viejo.
El nombre del río hace alusión a
las cercanas ruinas de Ibatín, el lugar de la primera fundación de la ciudad de
Tucumán.
En las compuertas, Jones
nos hizo saber que el camino de regreso sería distinto para evitar una posible
emboscada en caso de que el enemigo nos hubiera visto pasar.
Regresamos en dirección
oeste este por una senda que bordeaba el río, alejándose del mismo de a ratos,
en una zona de monte.
Yo iba como jefe de la
punta de infantería, la fracción más adelantada. No era el puesto para un
Teniente sino para un Cabo o Cabo 1º pero formaba parte de la decisión que a la
mañana se tomó respecto a la ubicación de los cuadros en el orden de marcha.
Mandé como hombre punta
al Cabo 1º Orellana, un catamarqueño al que conocía de la Brigada de
paracaidistas en Córdoba tres años antes.
Aparentaba tener menor edad y parecía
que recién hubiera salido de la Escuela de Suboficiales, pero yo confiaba en él
y no me defraudó.
La senda seguía
serpenteando; el río se veía crecido por las tormentas del verano.
El calor de
febrero, y más aún la prudencia, exigían una marcha lenta.
Tuve unos momentos de
aprensión al entrar a uno de esos pequeños lugares con que el monte sorprende.
A la derecha de la senda encontré como un arco natural hecho de vegetación que
entraba a un pequeño espacio, una especie de habitación formada por una cortina
de árboles y maleza que cubrían también el “techo”. Había menos luz y el suelo
estaba muy húmedo.
Puse la rodilla en el suelo, apresté más aún el fusil y
empecé a recorrer lentamente con la vista el lugar esperando no tener ninguna
sorpresa.
No la hubo y proseguimos la marcha hacia el este, hacia la ruta 38.
La senda se bifurcó en
otras dos paralelas.
Eran las cinco de la tarde aproximadamente.
Orellana tomó la derecha
y yo la izquierda, más cerca del río. Marchaba con el fusil tomado con las dos
manos, como tantas veces se insiste, cuando de repente, a unos 20 metros, vi
parado sobre la senda a un guerrillero.
La sorpresa fue mutua, pude ver la de
él en su rostro.
Abrí el fuego y él
escapó por unos matorrales.
Avancé tirando sobre los mismos a la altura de la
cintura y más abajo, buscándolo. Sobrepasé a alguien que me disparó con una escopeta.
Sentí un fuerte golpe y un dolor en la espalda y caí.
El fusil cayó de mis
manos. Hubo una pausa, un silencio, e inmediatamente empezaron los disparos de
uno y otro lado.
Orellana también había
caído en la otra senda.
Un disparo de FAL le hizo un surco en la espalda pero
sin penetrarlo.
Un guerrillero se levantó para rematarlo pero se le trabó el
arma y volvió a su posición.
Cuando volvió a asomarse Orellana disparó.
Desde el suelo grité
¡Cáceres, estoy herido!
Cáceres fue uno de mis instructores en el curso de
“comandos”.
En ese momento no nos llevábamos muy bien y lo tenía como un hombre
de carácter difícil.
No obstante, durante los pocos días que estuvimos en Los
Sosa, salíamos juntos de patrulla y fue naciendo una mutua confianza.
Pensé que me rescatarían
cuando el ataque progresara pero Cáceres se lanzó solo al lugar donde estaba
caído, en un pequeño claro en el monte.
A pesar del egoísmo de cualquier herido
que desea una pronta atención, me pareció que estaba arriesgando demasiado.
Cuando le pregunté ¡
¿qué
está haciendo?
! me contestó ¡
quedate tranquilo que ya te saco!
En ese momento
nos dispararon con un FAL, Cáceres profirió un corto quejido y quedó inmóvil.
Después supe que la bala penetró por el hombro, se desvió en el omóplato y siguió
directo al corazón.
No podía moverme y no
sentía las piernas.
Vi un guerrillero adelante que me observó pero no me tiró
seguramente para no delatar su posición teniendo en cuenta que en ese momento
no era un peligro para él.
Estaba más atento a lo que ocurría detrás de mí.
El Subteniente Arias
estaba desplegando como podía, en la espesura, su sección y comenzaba a
avanzar.
Martínez Segón y sus hombres se tiroteaban a través del rió con una
fracción guerrillera más numerosa.
Pensé ¿y si quiere
rematarme?
No podía tomar el fusil sin que se diera cuenta.
Lentamente saqué la
granada y luego de activarla se la arrojé.
Explotó muy cerca de él pero ya
estaba muerto.
Varios disparos de FAL le llegaron antes, eso creo.
Vi como la
sección de Arias me sobrepasaba abriendo fuego desde la cadera.
Fugazmente
pensé:
¡los soldados andan bien!
Pero volví inmediatamente a mi realidad.
Estaba inmovilizado, me dolía mucho la espalda y me salía sangre de la boca.
No
sé cuánto tiempo pasó; los disparos proseguían sin interrupción.
Fui llevado a
un puesto de reunión de heridos.
Allí vi a Arias.
Estaba parado inmóvil y le
salía sangre del cuello.
Un disparo de escopeta Itaka lo alcanzó pero tuvo la
suerte que ningún perdigón penetrara demasiado.
Todavía alcanzó a hacer unos
disparos sobre un guerrillero.
También estaba Orellana, sentado y algo
encorvado.
Se veía el dolor en su rostro.
El Capitán Jones estaba
a nuestro lado tratando de comunicarse con dos helicópteros que se aproximaban.
Si no me sacan en helicóptero no llego, le dije.
En la radio de Jones,
que un disparo de la guerrilla le había cortado la antena y que recibía pero no
transmitía, se escuchó nítida la voz de un helicopterista que dijo:
“¡Si no hay
identificación voy a disparar sobre los que están al sur del río!”.
Los que
estábamos al sur éramos nosotros.
La masa del contingente guerrillero estaba al
norte, salvo la fracción adelantada que había cruzado y luego de enfrentarse
con muestra punta estaba en retirada con bajas.
Jones no pudo
comunicarse y el piloto, Capitán Grandinetti, nos disparó dos cohetes.
El
segundo explotó cerca en el mismo instante en que Jones lograba comunicarse.
Sentí nuevamente los disparos del helicóptero pero esta vez sobre el lado norte
del río.
Jones se veía
relativamente calmo dando órdenes a pesar de la presión que se ejercía sobre
él.
Grandinetti le había tirado dos cohetes; de sus dos Secciones, que seguían
combatiendo, llegaban informes y además los heridos lo mirábamos casi
permanentemente esperando alguna señal sobre nuestra evacuación.
Solucionada la
comunicación con las aeronaves y en retirada el enemigo, se organizó el rescate
de los heridos.
Previamente el Mayor Bidone y el Subteniente Martínez Segón con
un grupo de soldados, lograron cruzar el río pero luego de que la correntada
los arrastrara muchos metros.
El único lugar donde
podía bajar un helicóptero era en el río que, aunque crecido, mostraba un
pequeño islote de piedras.
Los guerrilleros que estaban en la margen norte se
habían retirado pero no existía la certeza de que el área estuviera totalmente
despejada.
Un solo guerrillero que hubiera quedado en la otra orilla podría
haber dado cuenta de la máquina. Pero Grandinetti bajó lo mismo y nos rescató.
En ese momento no lo
supimos pero nos habíamos enfrentado a la totalidad de la “Compañía de Monte”
que se estaba yendo de la zona para que el Ejército cayera en el vacío.
Marchando ellos de norte a sur y nosotros de oeste a este, las posibilidades de
que nos encontráramos al mismo tiempo en el cruce de los caminos de marcha eran
muy escasas y sin embargo se dio; con tal sorpresa que durante mucho tiempo
ambos bandos creyeron que habían sido emboscados por el oponente [8].
La Compañía de Monte”
estaba al mando de Hugo Irurzún, nombre de guerra “Capitán Santiago”.
Posteriormente fue
herido en el combate de Manchalá, en mayo, y como no tuvo una buena
recuperación tuvo que bajar del monte y fue reemplazado [9].
Irurzún decidió
replegarse rápidamente siguiendo la doctrina de que la guerrilla no debe
empeñarse en un combate que no ha elegido previamente en tiempo y lugar. No
obstante no se fue muy lejos.
Para mí, al llegar al
Hospital Militar de la ciudad de Tucumán, el combate de Pueblo Viejo había
terminado.
Pero no terminó para el Equipo de Combate.
Tiempo después los
oficiales me relataron lo que sucedió después de la evacuación de los heridos y
los tres muertos (el Teniente 1ro Cáceres y dos guerrilleros cuyos nombre eran
Laser y Toledo).
Un helicóptero regresó
trayendo al Teniente Iglesias, del RIM 20, que se agregó como reemplazo del
Subteniente Arias.
En el lugar del combate
se recogieron dos fusiles FAL y un cargador de una pistola ametralladora PAM,
arma que habría pertenecido a un tercer guerrillero muerto, conocido como
“Carlos”, que cayó herido al río y la correntada se llevó su cuerpo.
Luego del combate un
tercio de la munición estaba consumida.
Jones ordenó desarmar las cintas de de
las ametralladoras pesadas (MAG) y entregar cinco proyectiles a cada soldado.
Aprestados nuevamente
los efectivos, se inició la marcha de regreso.
Estaba oscureciendo cuando en un
claro de monte el Subteniente Martínez Segón que se desempeñaba como “punta de
infantería” detectó el dispositivo de una emboscada enemiga.
Inmediatamente se
batió la zona con disparos reunidos de FAL que los oficiales marcaron con
munición “trazante” [10].
Descubierta la emboscada esta perdió su gran
efectividad: la sorpresa. Los guerrilleros se dieron a la fuga.
El Equipo de Combate
continuó la marcha y llegó a la zona donde había dejado los vehículos, a las 23
horas.
Para llegar a Los Sosa
la columna de camiones pasó por Monteros, la localidad que está sobre la ruta
38.
Era carnaval. Los hombres pudieron observar los bailes y escuchar la
música.
El mundo seguía andando ajeno a los hechos de violencia y muerte
ocurridos no muy lejos de allí.
Al llegar a la Base el
Equipo de Combate formó en cuadro a la luz de la luna.
Se rezó por las almas
del Teniente 1ro Cáceres y de los otros muertos, y se pidió a Dios por la
recuperación de los heridos.
La formación concluyó
con un ¡¡Viva la Patria!!
Al día siguiente el
Equipo de Combate volvió al monte donde permanecería hasta el mes de julio de
1980.
La Fuerza de Tarea Chañi cambió de nombre y pasó a llamarse “Capitán
Cáceres” [11].
Pero ¿Qué pasó con la
“Compañía de Monte”?
Probablemente esa noche se reorganizó y prosiguió su
marcha hacia el sur, afuera de la zona de operaciones del ejército para que
éste “cayera en el vacío”.
Pero el plan del
ejército en 1975 era distinto al de 1974.
No tenía previsto retirarse de sus
objetivos independientemente de la presencia o no de guerrilleros.
La “Compañía de Monte”
no podía estar indefinidamente fuera de la zona donde se estuvo preparando
tanto tiempo y que era cara a sus sentimientos revolucionarios.
Volvió y en el
transcurso de ese año y el siguiente se produjeron unos cien enfrentamientos,
pequeños la mayoría de ellos salvo los de Manchalá y Acheral.
Para fines de 1975 la
actividad de la compañía guerrillera era escasa y un año después casi había
desaparecido.
El Combate del Río
Pueblo Viejo no tuvo una importancia que llegara a modificar la marcha de las
operaciones para ninguno de los bandos.
Sí incidió en lo que hace al aspecto
espiritual de la aptitud para el combate de los soldados.
La propaganda del ERP
fue desvirtuada.
Ningún soldado murió o fue herido en ese enfrentamiento.
Confiando en sus superiores se adaptaron rápidamente al terreno y combatieron
con determinación.
El ejército perdió un
brillante oficial pero su muerte heroica no fue olvidada y ha quedado como
ejemplo de valor y camaradería.
Tucumán también lo recuerda dando su nombre a
un pueblo que el ejército construyó en las proximidades del lugar al año
siguiente.
En lo estrictamente
personal tuve una enseñanza de vida.
El hombre de carácter difícil con el que
alguna vez tuve un roce y que alguna vez también despertó mi desconfianza murió
en el intento de salvarme.
Él constituye también un
pequeño rincón, ignorado para muchos, inolvidable para unos pocos, de la
historia argentina.
1.- Partido
Revolucionario de los Trabajadores.
Resoluciones del V Congreso y de los Comité
Central y Comité Ejecutivo Posteriores.
Ediciones El Combatiente, Buenos Aires,
1973, pp. 83-87
2.- El PRT se fundó en
mayo de 1965 a partir de la confluencia del FRIP (Frente Revolucionario Indo
Popular) y PO (Palabra Obrera).
El FRIP se gestó en las provincias de Santiago
del Estero y Tucumán.
En su seno convivían tendencias distintas que fueron
evolucionando desde el nacionalismo hacia el marxismo. Entre sus referentes
estaba Mario Roberto Santucho, posteriormente el máximo líder del PRT-ERP.
El
PO era una organización trotskista. Al principio prevaleció el trotskismo del
PO pero luego, a partir del IV Congreso partidario, comenzó a imponerse la
línea marxista leninista. (Ver Dirección del Partido Revolucionario de los
Trabajadores.
Historia del PRT, 25 años en la vida política argentina.
Editorial 19 de julio, Buenos Aires, 1990).
3.- Acción
insurreccional acaecida tras una huelga de trabajadores industriales y
estudiantes ocurrida en la ciudad de Córdoba el 29 de mayo de 1969.
4.- El obrero con
“conciencia de clase” es el que entiende que su lucha no es por meras
reivindicaciones salariales sino que tiene un carácter exclusivamente político
y que busca el triunfo sobre la burguesía y la toma del poder.
5.- Luis Mattini.
Hombres y mujeres del PRT-ERP, de Tucumán a La Tablada. De la Campana, Lanús,
2003. p. 289.
6.- Las unidades de la
Vº Brigada tenían sus asientos en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy.
7.- Especialidad que
capacita para realizar operaciones de paracaidistas, monte, localidades y zonas
áridas.
8.- Así lo consignó la
revista Estrella Roja del mes de marzo de 1975 que editaba el ERP. En la misma
también se rindió homenaje a sus caídos señalando el valor demostrado ante la
emboscada enemiga.
9.- Gorriarán Merlo,
Enrique. Memorias de Enrique Gorriarán Merlo. De los setenta a La Tablada.
Planeta, Buenos Aires, 2003, pp. 266-267.
10.- Munición que marca
en forma incandescente toda su trayectoria y el lugar de impacto.
11.- A su vez el Equipo
de Combate del GAM 5 pasó a llamarse “Pueblo Viejo” y el del RIM 20 “Los Sosa”.
Rodolfo Richter
Teniente Coronel (R)